En la Sabana / In the Savannah

En la Sabana / In the Savannah
5 junio, 2014 Sheila Curiel
La gente que no ha visto nunca un musical o no les llama la atención, no conoce la sensación de la que me dispongo a hablar. Aunque en este caso es una perspectiva diferente que posiblemente solo la gente que trabaja en esto pueda entender, os invito a todos a que, si llegáis a sentir un poco la sensación que relato a continuación, probéis a experimentarla en un teatro.
Desde siempre se que me gusta el teatro y la música. Pero poner todo eso en un mismo recipiente y agitarlo, es una de las cosas más maravillosas que he vivido. Sobre todo, el haber podido formar parte de esa magia que desprende el teatro musical. Cuerpos que se mueven al unísono, voces que se mezclan y se compenetran a la perfección y gestos que lo dicen todo.
Actores, cantantes, bailarines, músicos, equipo técnico, acomodadores, taquilleros… Un reparto mucho más grande de lo que la gente ve sobre el escenario está detrás, entre bambalinas, corriendo de un lado para otro para que nada falle, para que cada cosa funcione y luego, sobre el escenario, luzca como nunca.
Hace mucho que tomé la decisión de venir a vivir a Nueva York. Unas de las cosas que me empujaban a esta “locura” era Broadway. Una larga calle situada en Manhattan, plagada de teatros con los mejores musicales del mundo. Carteles luminosos que llaman tu atención a cada paso que das, y que te invitan a pasar un rato de desconexión y disfrute.
He tenido la grandísima suerte de trabajar entre las bambalinas del teatro musical en España en una de las productoras más importantes del mundo. Ni en mis mejores sueños lo habría podido imaginar. Y ahí estaba yo, maquillando a aquella “Bestia” para que después se convirtiese en príncipe, creando el momento de mayor expectación y dejando a más de uno ojiplatico y con la boca entre abierta.
Soy una persona con los pies en la tierra, o como dice mi madre “con la cabeza bien amueblada”, pero me niego a dejar de soñar cada día y cada noche de mi vida. Os puedo asegurar algo, los sueños se cumplen. Puede soñar extraño, incluso fantástico, pero es cierto. Si tienes un sueño no dejes de perseguirlo, lucha. Por que, de verdad, los sueños se cumplen.
Poco antes de venir a Nueva York llegó a mi una grata noticia. Un compañero español debutaría como actor principal en “The Lion King”, en Broadway. Tuve que leer un par de veces la noticia para darme cuenta de que no se trataba de una broma. La alegría invadió mi cuerpo y una sonrisa se dibujó en mi cara.
Hace un par de días compré mi entrada para ver uno de los musicales más importantes que, además, lleva en cartel más de diez años. Me puse nerviosa. Había pasado mucho tiempo esperando este momento. Y para más emoción, vería sobre las tablas de Broadway a mi compañero Esteban Oliver. No podía estar más emocionada.
Según se acercaba el día, los nervios afloraban, ¡The Lion King en Broadway! Lo escribo, lo repito con los labios y me sigo estremeciendo.
Una larga cola de gente espera en la puerta del teatro para entrar y ocupar sus localidades. Una marea humana invade el Minskoff Theatre para vivir el gran espectáculo. Me adentro en los pasillos y subo las escaleras hasta llegar a mi butaca, la número 146. Estoy arriba y desde aquí todo se ve de maravilla. La gente comienza a sentarse y un telón al más puro estilo de la Sabana africana reina en el espacio. No puedo parar de moverme y de respirar con fuerza y deprisa. Estoy nerviosa, emocionada y algo triste a la vez. Recuerdos de buenos momentos vividos entre bambalinas recorren mi mente. Es tan bonita la sensación de saber que detrás de ese telón todo se está fraguando…
Y entonces las luces bajan poco a poco hasta quedarse todo a oscuras. Comienza a sonar la música y un escalofrío me recorre la espalda. Un cumulo de sensaciones se disparan en mi interior y lágrimas se escapan de mis ojos resbalando por mis mejillas. “Es posible” pienso para mis adentros. “Estoy en el sitio adecuado para que sea posible”
Comienza un espectáculo lleno de color, danza, sorpresas y emoción… Los pelos se erizan a cada canción y el corazón late más rápido a cada paso de baile. Y entonces, Zazú hace su aparición en escena y no puedo evitar saltar de alegría.
“Es posible” pienso de nuevo.
Despejo mi mente, me adentro en la Sabana y me mezclo con ellos, no hay nada más allí. Ellos y yo. Y vuelvo a ser una niña soñadora, y lo disfruto como si fuese la primera vez que piso un teatro. Me evado, me pierdo entre las notas musicales y me dejo llevar por esa magia que desprende. Se me escapa un pequeño llanto, una sonrisa e incluso alguna carcajada. Y Esteban está de maravilla, y todo el reparto están de maravilla. Disfruto cada instante y cada palabra, cada color. Todo.
Y entonces se acerca el final y no quiero que termine. Quiero parar el tiempo y no dejar de vivir ese mágico momento. Pero es inevitable, el espectáculo tiene que llegar a su fin. Entonces me levanto y arranco un aplauso. Aplaudo como si no hubiese mañana. Y me duele, pero no me importa. No puedo dejar de aplaudir y de sentirme viva. Y me tiemblan las piernas, y los brazos. Y mi corazón bombea sangre a mil por hora. Sale Esteban y me destrozo las manos, y grito “¡guapo!” con la esperanza de que pueda oírme desde la lejanía. Bajan el telón, pero no dejo de aplaudir. El telón se eleva de nuevo y yo sigo aplaudiendo. Que momento tan mágico.
Salgo del teatro y mi cuerpo está raro. Tengo una sensación un tanto extraña. Agridulce quizá.
Me ha encantado, pero necesito más. Necesito vivirlo desde el otro lado, desde la otra perspectiva. Con esos nervios de los cinco minutos antes del comienzo, de comprobar que todo esta listo, de que nada puede fallar…
Llegará el día, se levantará el telón… Y yo estaré detrás, entre bambalinas, cuidando cada detalle para que alguien pueda, también, disfrutar del espectáculo como yo lo hice.
Broadway no te despistes porque yo no dejo de soñar.
Y no pienso rendirme.
Lo digo aquí y ahora.

Amigos, nos vemos en Broadway.

…….

The people, who have never seen a musical or are not interested, do not know the feeling I am about to talk about. Although in this case, it’s a different perspective that possibly only people who work in this field can understand, I invite all of you to, if you ever feel a bit of the sensation I’m about to describe, try experiencing it in a theatre.

I have always known that I love theatre and music. But putting all that into the same container and shaking it, is one of the most wonderful things I have ever experienced. Especially, being able to be part of that magic that musical theatre exudes. All bodies moving in unison, voices blending and harmonizing perfectly, and gestures that says it all.

Actors, singers, dancers, musicians, technical crew, ushers, ticket sellers… A much larger cast than what people see on stage is behind the scenes, running around to ensure that nothing fails, so that everything works, and then, on stage, shines like never before.

It’s been a long time since I made the decision to come live in New York. One of the things that pushed me towards this «madness» was Broadway. A long street located in Manhattan, filled with theatre showcasing the best musicals in the world. Bright billboards that catch your attention at every step, inviting you to spend some time disconnecting and enjoying.

I have had the incredible luck of working behind the scenes of musical theatre in Spain with one of the world’s most important producers. Not even in my wildest dreams could I have imagined it. And there I was, applying makeup to that «Beast» so that it would later become a prince, creating the most anticipated moment and leaving more than one person in awe with their mouth wide open.

I am a person with my feet on the ground, or as my mother says, «with a well-furnished head», but I refuse to stop dreaming every day and every night of my life. I can assure you of one thing, dreams come true. They might seem strange, even fantastic, but it’s true. If you have a dream, don’t stop pursuing it, fight for it. Because, truly dreams come true.

Shortly before coming to New York, I received some wonderful news. A Spanish colleague would debut as the lead actor in «The Lion King» on Broadway. I had to read the news a couple of times to realize it wasn’t a joke. Joy filled my body, and a smile appeared on my face.

A couple of days ago, I bought my ticket to see one of the most important musicals, which has been running for more than ten years. I got nervous. I had been waiting for this moment for a long time. And to add to the excitement, I would see my colleague Esteban Oliver on the Broadway stage. I couldn’t be more excited.

As the day approached, nerves surfaced, The Lion King on Broadway! I write it, I repeat it with my lips, and I still shiver.

A long line of people waits at the theatre door to enter and take their seats. A crowd invades the Minskoff Theatre to experience the great spectacle. I venture into the corridors and climb the stairs to reach my seat, number 146. I’m upstairs, and everything looks wonderful from here. People start sitting down, and a curtain reminiscent of the African Savannah reigns in the space. I can’t stop moving and breathing forcefully and quickly. I’m nervous, excited, and somewhat sad at the same time. Memories of good times spent behind the scenes run through my mind. It’s such a beautiful feeling to know that behind that curtain, everything is coming together…

And then the lights dim slowly until everything is dark. The music starts playing, and a shiver runs down my spine. A cluster of sensations erupts inside me, and tears escape my eyes, rolling down my cheeks. «It’s possible,» I think to myself. «I’m in the right place for it to be possible.»

A show full of colour, dance, surprises, and emotion begins… Goosebumps rise with each song, and the heart beats faster with each dance step. And then, Zazu makes his entrance on stage, and I can’t help but jump for joy. «It’s possible,» I think again.

I clear my mind, I immerse myself in the Savannah, and I blend in with them, there’s nothing else there. Them and me. And I become a dreamy child again, and I enjoy it as if it were the first time I set foot in a theatre. I escape, I get lost in the musical notes, and I let myself be carried away by that magic it exudes. A small cry escapes me, a smile, and even a laugh. And Esteban is wonderful, and the whole cast is wonderful. I enjoy every moment and every word, every colour. Everything.

And then the end approaches, and I don’t want it to end. I want to stop time and not stop living that magical moment. But it’s inevitable the show has to end. Then I stand up and start applauding. I applaud as if there were no tomorrow. And it hurts, but I don’t mind. I can’t stop clapping and feeling alive. My legs and arms tremble, and my heart pumps blood a mile a minute. Esteban comes out, and I clap my hands raw, and I shout «handsome!» hoping he can hear me from afar. The curtain falls, but I keep applauding. The curtain rises again, and I keep applauding. What a magical moment.

I leave the theatre, and my body feels strange. I have a somewhat strange sensation. Bittersweet perhaps. I loved it, but I need more. I need to experience it from the other side, from the other perspective. With those nerves of the five minutes before the start, of making sure everything is ready, that nothing can fail…

The day will come the curtain will rise. And I’ll be behind it, behind the scenes, taking care of every detail so that someone else can also enjoy the show as I did.

Broadway, don’t blink because I never stop dreaming. And I won’t give up.

I say it here and now.

Friends, see you on Broadway.